miércoles, 1 de octubre de 2008

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NOTAS PREVIAS
Por Ramón Fernández Palmeral
"Una de las características estéticas de la denominada «Generación del 98» es la búsqueda de lo llamado genuinamente español a través de nuestra gloriosa historia medieval, en la literatura del Siglo de Oro, y con la vista puesta en la raigambre tradicional de las dos Castillas, como una forma de reivindicación de los valores nacionales tras el desventurado Desastre de 1898, o muy gráficamente como escribe el catedrático Ángel Luis Prieto de Paula «tratamiento terapéutico fue la aplicación, a modo de emplaste, de iconos o símbolos con los que pudieran identificarse los españoles: ninguna duda cabe de que Don Quijote fue uno de esos iconos...»
Por esta razón, sin duda alguna, los del G-98, tomaron el III Centenario de la publicación de la I parte, como referente de símbolos nacionales que aumentaran la autoestima perdida de los intelectuales españoles, con múltiples actos y celebraciones cervantinas, y a quienes se les llamó «Los de la cuarta salida del Quijote», con un estilo nuevo y renovado: el modernismo ya iniciada por Charles Baudelaire, y en lo filosófico por Marx, Nietzsche o Freud.
Para la literatura española fue un tiempo cumbre del ensayo, quizás el más prolífero e interesante de nuestra literatura como una forma de autorreflexión o conciencia estética, mostrando un cuidado extremo, como se pudo observar en plumas tan reconocidas e importantes como la afilada de don Miguel de Unamuno en Vida de don Quijote y Sancho (1906); la filosófica y brillante prosa de Ortega y Gasset con Meditaciones del Quijote (1914); la pesimista y disonante de Ramiro de Maeztu y su famoso artículo: «Ante las fiestas del Quijote»,(Revista Alma Española, 13-12-1903) que aseguraba que no sólo era una alucinación sino un pecado leer el Quijote; la aguda y culta de don Menéndez Pelayo en Interpretaciones del Quijote, discurso leído en la RAE el 29-04-1904 en contestación al de José María Asensio; la científica de Ramón y Cajal Psicología del Quijote y el quijotismo (1905); la poética de Antonio Machado en Campos de Castilla (1912); y la no menos prestigiosa de nuestro alicantino universal Azorín en las crónicas de viaje vertidas en La ruta de Don Quijote (1905).
La iniciativa fue del príncipe de los periodistas Mariano de Cavia, que además siguió atentamente la marcha de las publicaciones como atestiguó en el artículo «Lecturas del Centenario», el Imparcial 23-III-1905.
El III Centenario fue muy celebrado en toda España, he incluso, en multitud de fachadas de Ayuntamientos y edificios públicos se colocaron placas conmemorativas dedicadas a Cervantes y a su obra, una forma de resarcirse del ya mencionado Desastre del 98, como idea de glorificación de los mitos".

2 comentarios:

Palmeral dijo...

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Palmeral dijo...
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